miércoles, 12 de junio de 2013

El Pecado de ser marxista

                 Décadas atrás, la sola mención de las palabras “prohibidas”: “marxismo”, “leninismo”, “socialismo” o “comunismo”, tenían una connotación bastante grave y hasta de apostasía de todo lo que era considerado como cánones de la “moral y buenas costumbres”.

                Hoy, veinticuatro años después de la estrepitosa caída del ya prolongado, decadente y putrefacto régimen del General Alfredo Stroessner todavía se sienten en nuestra sociedad reminiscencias de aquellos tiempos oscuros para las libertades del hombre. Actualmente en cualquier periódico local, radioemisora o canal de televisión se pueden ver duras críticas hacia todo lo que venga de un sector izquierdista de la sociedad.
                 Hoy en día, se ha acuñado el término de “zurdo” a todo aquel simpatizante de ideologías no tradicionales y conservadoras. Es cierto, el bipartidismo en nuestro país, con la A.N.R. y el P.L.R.A. a la cabeza no han podido en todo el siglo pasado llevar a cabo un progreso sostenido a la altura de nuestros recursos materiales y nuestros brillantes cerebros connacionales.

               Aun así, el paradigma se mantiene, monolítico, pétreo e imperecedero cual pirámide egipcia a pesar de los embates del tiempo.

                Es natural que un sector, que es el conservador, siembre los más alocados mitos y mentiras para desacreditar la eficacia de un eventual cambio de régimen en Paraguay y en Latinoamérica.

                Cuando tenía cinco años pregunté a mi madre: -Mamá: ¿Qué es un comunista?- Ella me miró horrorizada ante tamaña insolencia a tan tierna edad (era por aquel entonces 1989 ó 1990, últimos días del régimen del General Stroessner) y me respondió que un comunista era alguien a quien no le importaba la vida humana y que eran capaces de robarte hasta a tus hijos.

               Mi madre, una mujer humilde, había crecido creyendo todas estas mentiras. Hoy las mentiras han cambiado, pero no han dejado de ser virulentos ataques bien dirigidos por quienes ven peligrar sus intereses en un futuro mundo donde se reforme al capitalismo y se establezca la abolición del neo-liberalismo.

               Amigos, camaradas… Ser marxista, ser socialista, ser comunista, ser ZURDO no es motivo alguno de exclusión social o persecución, de ostracismo o rechazo, mucho menos de burla o siquiera discriminación. Ser de izquierdas es un orgullo, pues somos el pilar que resiste el aplastante aparato de las oligarquías explotadoras y antihumanas.

                 Debemos estar orgullosos de nuestra posición ideológica y por sobre todo no caer en provocaciones minúsculas y pusilánimes. Adelante compañeros.

¡Hasta la victoria!

Gasam Toutounchi Ruiz

lunes, 20 de mayo de 2013


¿Vale la pena la independencia de Paraguay?
Actualmente existe una situación crítica en nuestro querido y mediterráneo país, cuestión que a veces tanta rabia e impotencia que como a cualquier compatriota, me hace sentir.
Han pasado casi dos décadas de la llamada “transición”, es decir, de lo poco que entiendo se trata del paso progresivo de una forma absolutista y monopartidista a un gobierno y sistema democrático.
La problemática que estamos viviendo en Paraguay como nación independiente es un abanico de cuestionamientos y un cúmulo de contrariedades. Las más importantes podríamos decir que son: la emigración masiva de connacionales al extranjero, en búsqueda de mejores oportunidades en la vida, a modo ya de éxodo. La inseguridad interna, fruto de la ignorancia y desigualdad social, ésta última, que a su vez, se convierte en otro problema acuciante de nuestra realidad. Podríamos agregar a nuestra improvisada lista la pérdida tangible de nuestra soberanía y control sobre los territorios paraguayos frente al Brasil, que tiene ciertos sectores muy malintencionados para con nuestro país. También la corrupción, es decir, la cultura instalada de deshonestidad y baja moral de la clase dirigente y de toda la sociedad en general, en especial podríamos hablar de una oligarquía que ha amasado fortunas de dudoso origen a costa de todo lo que pudo o encontró a su paso.
En este último punto, en nuestro país, el mal de la ignorancia, que viene a ser como la madre de todos los males, ha generado una casta de nuevos ricos vándalos, que acumularon exorbitantes cantidades de dinero sin méritos, talento ni conocimientos, y lo que es peor, a costa de tomar la parte que le corresponde a otros ciudadanos, generando un motor muy eficiente de injusticia social.
Este tipo de generación artificial de bienestar económico genera una serie de dificultades sociales en los sectores menos pudientes de la sociedad, al principio hambrunas, desnutrición, descontrol de la natalidad, pobreza extrema, criminalidad y extensión de las enfermedades previsibles. Toda esta coyuntura nos lleva a ocupar en un mundo medianamente civilizado la posición última, el furgón de cola del tren del progreso.
Nos lleva a una situación en la cual nos empezamos a preguntar si realmente tiene sentido el concepto de nación para nosotros los paraguayos, hace algunos días se conmemoraron 202 años de nuestra independencia patria, y como grandes patriotas festejamos el día de la independencia realizando una enorme caravana de todoterrenos y autos lujosos a la frontera con Argentina, desde la cual íbamos en masa a comprar productos de precio más ventajoso, dejando de lado y olvidándonos completamente de nuestras leyes que restringen el tráfico de productos, es decir, ¡el mismo día de la independencia nos echábamos lujuriosamente a un bacanal de contrabando!
En síntesis, existe hoy en día una ausencia tremenda del estado en las regiones del interior del país, basta verificar los servicios de salud de una de nuestras ciudades más pujantes, por ejemplo, Ciudad del Este, donde debería haber uno de los mejores y más equipados hospitales del país, apenas existe cobertura médica en una de las regiones más
activas económicamente de nuestro país, o si tomamos el caso del departamento de Amambay, donde la delincuencia y el crimen organizado se enseñorean libremente, es el departamento que debería contar con la mejor y más nutrida dotación de fuerzas policiales y militares para combatir este flagelo en la región, sin embargo brillan por su ausencia.
Es hora realmente de preguntarnos de qué sirve realmente ser una nación “soberana” e “independiente” si ni siquiera podemos manejar nuestro propio territorio que fue reconocido como tal internacionalmente. Deberemos cambiar urgentemente como país si queremos sobrevivir como nación y estado en un futuro a largo plazo, no podemos continuar con regiones del país en las cuales no podemos justificar en lo absoluto que seamos un país, pues ni siquiera existe una presencia del estado en lejanos parajes, por ejemplo el Alto Chaco paraguayo.

jueves, 16 de mayo de 2013


LA AMENAZA DEL CAPITALISMO Y LA PATRONERÍA IRRESPONSABLE.
       
                       Quizás parezca una retórica, quizás un debate ya de por sí muy gastado; sin embargo, he querido una vez más meter el dedo en la llaga y comentar un punto de vista acerca del sistema económico en auge en el mundo actual, que, prácticamente no tiene competidores: EL CAPITALISMO.
                     
                       Muchos me tacharán de “zurdo” al escribir estas líneas, mas quiero resaltar el porqué de mi oposición a un sistema, que según muchos, y en este punto mee detengo y he de reconocerlo, muchísimas personas muy criteriosas e inteligentes y destacadas, que tienen un gran caudal de conocimiento defienden.

                        Básicamente el capitalismo defiende la propiedad privada y el libre mercado; conceptos con los cuales me muestro plenamente de acuerdo: es cierto, todos, y digo TODOS tenemos derecho a usufructuar y hasta de ostentar, si se quiere, las cosas que hemos adquirido por medio de nuestro esfuerzo laboral, intelectual, físico o por nuestra creatividad. Ahora bien, la economía se basa primordialmente en manejar y coordinar específicamente y del modo más eficiente posible los tres medios de la producción: CAPITAL, TRABAJO y TECNOLOGÍA.

                        La lógica del capitalismo “puro” es muy simple, ilustrémosla en un burdo, pero útil ejemplo: se tiene la intención de crear una empresa con miras a obtener rédito económico. Desde la óptica del sistema capitalista, entonces, se procede a convocar a los tres medios necesarios que ya mencionamos, hace su aparición el Capitalista, la persona o figura física o jurídica que otorga el dinero necesario para financiar la actividad. El segundo convocado en este equipo es el “Recurso Humano”, es decir, aquel que vende su fuerza laboral (su tiempo, sus energías físicas y mentales) para maximizar el provecho económico del emprendimiento. Y en tercer lugar: el elemento no humano, la tecnología o técnica, de la cual se sirve la mano de obra y el capital para poder transformar la materia, ésta por ejemplo puede ser una semilla de soja que ha de transformarse en grano, en nuestro típico caso doméstico del Paraguay. Sea también para transformar un concepto (una idea útil en la o las cabezas de alguien) en un servicio útil natural o artificialmente, siempre, reitero, con miras a un rendimiento creciente del capital.

                        Como bien podemos observar, en este sistema económico, el objetivo primordial es ganar dinero, separándose de la ética y la moral en mayor o menor grado dependiendo de los valores y la tolerancia de la sociedad donde se practique. Entonces, como el capitalista es aquel que otorga el pulso económico inicial, es decir el financiamiento para el surgir y el mantenimiento de la hacienda proyectada, es más, él es aquel que otorga el dinero para la compra de la materia prima a transformar, aquel que se encarga de remunerar a los “recursos humanos”, aquel que adquiere las herramientas y elementos necesarios para la actividad a desarrollarse. Esta situación nos lleva a una inevitable asimetría que justifica plenamente el nombre de Capitalismo, en una imaginaria balanza donde quien tiene el control del capital es el que manda y el que obtiene más beneficios en detrimento de los otros dos “medios”, a los cuales, por supuesto, controla y dirige a su capricho.

                       Esta coyuntura nos conlleva a otra realidad: quien detenta los medios del capital, por lo tanto, también detentará a su arbitrio los otros dos “medios” de la producción: el factor humano y la técnica. Por tanto, siempre será el ganador en esta mano de póquer económico (el capitalista). El siempre obtendrá beneficios, en cambio las personas que no reúnan una masa crítica del capital deberán conformarse con – en muchos casos – magras remuneraciones que otorgue el que tiene el control del capital a ellos, siempre por supuesto, bajo las leyes de la oferta y la demanda, por ende, el factor humano, en este caso, es tratado como una mercancía más a la cual poner precio.

                      Fíjese que en todo este contexto, hablamos refiriéndonos a los trabajadores como “medios” (entre comillas). Si rebuscamos en la misma literatura sobre economía capitalista y neoliberal también se refiere al trabajador como un “medio”; yendo más lejos inclusive, en la jerga empresarial moderna y occidental se refiere al trabajador como “Recurso Humano”.

                      He aquí el punto al cual se quita la máscara de progreso, armonía y crecimiento económico al capitalismo y sale a relucir su verdadero rostro: un sistema político y económico que deshumaniza la naturaleza misma del trabajo y la rebaja al mero estado de “medio”, es decir de un puente por el que se pasa encima para conseguir lo perseguido: el dinero.

                      Parafraseando a Les Luthiers: “La esclavitud no se abolió, se redujo a ocho horas diarias”. Es la triste realidad en el orbe entero. Es decir, el sistema capitalista, como ya mencionamos en el párrafo anterior e insisto sobre el tema, deshumaniza, socava, rebaja, mecaniza, minusvalora completamente la naturaleza noble, digna, emprendedora y existencial del trabajo. Y lo que es más grave, también deshumaniza y reduce a nivel de simple herramienta reemplazable y prescindible al trabajador, que al fin y al cabo es un ser humano y como tal, debe ser una finalidad en sí mismo y no un sencillo “medio” de la producción.

                       Por tomar un ejemplo, en el mundo de las empresas locales, salvo contadas y honrosas excepciones, las ocho horas laborales siguen siendo un absoluto mito, una utopía. En muchas empresas privadas son frecuentes como el pan de cada día los atropellos en materia de tiempo prestado al empleador en horas laborales, en cientos, si no en miles de instituciones privadas enfocadas al lucro se obliga al empleado a trabajar nueve, diez, once y hasta doce o incluso más horas al día y el total de horas extras mensuales no se reembolsa de ningún modo.

                      En más de una ocasión escuché a gente hablar acerca de sus empleos y al preguntarles sobre la extensión diaria de su jornada laboral, era impresionante escuchar siempre la misma respuesta: nueve, diez u once horas laborales diarias, sumando mucho más de las cuarenta y ocho horas semanales máximas establecidas en nuestro código laboral, y ni hablar de los trabajadores que en penosas condiciones no disfrutan de descansos semanales y son obligados a trabajar fines de semana, feriados, y en horarios nocturnos sin la mínima gratificación. En todos estos casos, como ya dije antes, no se remuneraban de ningún modo ni bajo especie, género o beneficio alguno al trabajador, argumentando siempre el mismo sonado discurso en caso de un reclamo que mostraba claramente la “mala actitud” o “diferencia irreconciliable” del trabajador. Se responde siempre del mismo modo desde arriba: “no es la política de la empresa pagar horas extras”, “tu actitud no te ayuda…”, “hay muchas personas afuera esperando por el puesto que es tuyo ahora” y así podríamos seguir con una lista interminable de argumentos similares y “amables” reprimendas de los empleadores a sus descarriados
colaboradores, en fin, un rosario de amenazas y amedrentamientos que instalan una cultura del terror en el ámbito empresarial a ser despedido si se pide lo que a uno le corresponde por mínima justicia como empleado abnegado y eficiente.

                     Parece ser que se escudan en el fantasma del desempleo, el cual viene a cumplir la función de “garrote” que se muestra al humilde trabajador que se atreve a pensar por sí mismo y reflexionar sobre su verdadera situación, ese mismo garrote se utiliza sin contemplaciones en el caso de que algún valiente, pero tonto héroe se inmole laboralmente al exigir el cumplimiento de una garantía de la ley que lo protege.

                     El hecho, no menos llamativo de la “flexibilidad horaria” ha sido la carnada o mejor dicho el cebo con el que se atrapó a los incautos sindicatos y trabajadores hacia la trampa de “mojar la camiseta por la empresa” y permanecer más horas de lo habitual sin chistar y sin reconocimiento alguno por parte de la empresa y en detrimento, por citar algunos ejemplos, del tiempo dedicado a la familia, los amigos, al esparcimiento y al crecimiento personal, sea éste de orden académico, deportivo, cultural, religioso o de cualquier otra índole no menos importante que la actividad económica.

                     No pretendo criticar esterilmente a un sistema, que, según veo a todas luces nos da mucho menos de lo que nos dice que nos da. Es importante que tomemos conciencia y reflexionemos sobre estos temas y que podamos exigir libres y sin miedo a eventuales represalias nuestros legítimos derechos, con el fin de migremos del capitalismo caníbal de hoy a un sistema más justo y humano.

Gasam Toutounchi Ruiz

viernes, 10 de mayo de 2013


TERCERIZACIÓN DE SERVICIOS: ¿SÍ O NO?

En los últimos años se ha puesto en boga el fenómeno empresarial-administrativo de la tercerización, también conocido en inglés como “outsourcing”.
El outsourcing es una práctica en la cual el empleador o patrón, generalmente una empresa con estructura y alcance mediano a grande, delega parte de las funciones –o todas ellas- de un cargo en particular o como se da más comúnmente, de un departamento o área específica de la hacienda a manos de otro ente que tenga más experiencia y esté especializado en este tipo de trabajo. De este modo la empresa que debería asumir el rol de patrón, lo delega a otra entidad y pasa a cumplir la función de cliente.
La tercerización se da de modo más frecuente en algunos sectores empresariales que en otros; por ejemplo, es mucho más abundante en el sector de servicios que en la industria, y aún es algo incipiente en el sector público.
La tercerización también tiene muchas ventajas, tanto para los que tercerizan servicios como para los que proveen y para la economía en general (hablando puntualmente de nuestro país: Paraguay). Por ejemplo, como mencionamos antes, el outsourcing se da más a menudo en el sector de servicios, un ejemplo es la provisión de servicios de call y contact center, telemarketing y televentas, cobranzas telefónicas, fidelización y retención a clientes, proveedores y prospectos. Esta provisión produce generalmente un ahorro en costos para la empresa que decide tercerizar un área específica de su organización.
Este es el punto fuerte por el cual han surgido a borbotones empresas cuyos clientes son otras empresas. Además la tercerización posibilita la especialización de ciertos servicios, como por ejemplo la provisión de soporte telefónico a clientes de una determinada empresa, siendo que hoy día atender a clientes por teléfono va más allá del simple saludo y contestación a la pregunta del interlocutor.
Algunas empresas prefieren dejar “el arte de atender teléfonos” a los profesionales, por lo tanto optan –en este nuestro caso ilustrativo- por ejecutar la tercerización.
Otro punto interesante, en el caso de la tercerización de servicios; se da también internacionalmente, una vez más principalmente por ahorrar costos, por ejemplo empresas europeas y norteamericanas tercerizan esta clase de servicios a países donde hay mayores ventajas económicas para invertir: flexibilidad financiera, nivel de salarios más bajos, menores cargas impositivas, etcétera.
Hasta aquí todo es de calidad “3B” (Bueno, Bonito, Barato), pero desde luego, como todas las cosas, posee su “lado oscuro de la fuerza”; primero, cuando la mano de obra se terceriza, ya sea nacional o internacionalmente; pierde notablemente su calidad. Esto obedece básicamente a un motivo: la ecuación propuesta por los contadores (mejor dicho: a la que son tan aficionados) de bajar y recortar salarios, a la vez que tratar de elevar la productividad haciendo trabajar más y más al empleado simplemente NO funciona.
Mientras el nivel de salario sea mínimo, la calidad, el empeño y el nivel de esfuerzo entregado del trabajador al empleador en la transformación de la materia o en la prestación de algún servicio será también el mínimo posible.
Las empresas también consiguen mantener una rotación contínua en ámbitos tercerizados con lo cual se pierde la estabilidad laboral, en algunos lugares, rara vez el empleado dura en sus funciones más de un año.
El empleado además ve muchos de sus derechos avasallados, se recurre a figuras legales como un contrato temporal, en vez de uno indefinido, se lo contrata como prestador de servicios, con lo cual al pagársele un salario, el trabajador debe emitir una factura legal y declarar impuestos a la Secretaría de Tributación; como si de un profesional universitario matriculado se tratase. La empresa contratante con esto evade la responsabilidad de otorgar un contrato justo y estable al trabajador, lo desampara al no otorgar el seguro social y se deslinda responsabilidad en caso de accidente del trabajador o un despido injustificado.
Otro hecho no menos notable es la tercerización de servicios bancarios: los bancos omiten muchas veces la responsabilidad que tienen de abonar el sueldo mínimo bancario tercerizando sus servicios de diversa índole, una vez más en detrimento de la calidad de sus servicios, insatisfacción de los clientes y proveedores y como más importante punto: degradar las condiciones de los trabajadores, que como seres humanos son lo más importante para la empresa, sin ellos, el capital, las utilidades, los medios, la tecnología no sirven de nada.
Además; un caso práctico: ¿Qué sucede cuando un Holding, grupo, consorcio o trust de empresas, las cuales, todas están en manos de los mismos dueños, tercerizan los servicios de una de las empresas “AAA” (entiéndase por AAA, la empresa más grande, importante y la que produce mayores beneficios al grupo) a favor de otra empresa “AA” o “A”?, lo que sucede es lo siguiente: el departamento se muda a una empresa de menor productividad, por lo tanto de menor calidad entonces la performance baja notablemente.
Además como el nivel de calidad y productividad es más bajo; los sueldos también. Entonces, al ser los sueldos más bajos en el sector “AA” y/o ”A”, el dinero “queda en casa”, es decir, se ahorra el grupo empresarial o consorcio, en detrimento de los trabajadores. El dueño, por así decirlo, sacó el dinero de su bolsillo derecho para ponerlo en el izquierdo.
Además, de esta manera, aportan menos dinero al fisco y al seguro social. Hasta el Estado es perjudicado por las prácticas desleales del outssourcing.
Sin embargo, la tercerización no es mala, todo lo contrario. Sin embargo tiene que y debe de estar regulada y reglamentada para que ya no se cometan excesos contra los trabajadores operativos y mandos medios.
Tenemos que ejercer presión, exihir nuestros derechos. Lean el código laboral. No se dejen engañar ni explotar. Mientras más educación obtengas, más difícil va a ser que puedan explotarte o utilizarte como un mero medio de producción. NINGÚN EMPLEO ESTÁ POR ENCIMA DE TU CONDICIÓN DE SER HUMANO, ÚNICO E IRREPETIBLE.

¿QUÉ GANAMOS CON EL MERCOSUR?

                Cuando era un niño pequeño, allá por inicios de la década de los años noventa, una noche mirábamos en familia el telediario mientras tomábamos nuestra acostumbrada cena; en eso recuerdo que apareció en la pantalla del televisor las imágenes de unos viejos conocidos que tantas promesas nos hicieron y tan poco cumplieron: Lacalle Herrera, Menem, Rodríguez y Cardoso, abajo se leía un subtitulo indicando la firma del Tratado de Asunción y con esto el inicio del Mercado Común del Sur.
                Recuerdo que entre los productores era algo tan anhelado, era dejar para siempre atrás las barreras y obstáculos que tuvimos en toda nuestra historia, ya desde épocas de la colonia, como nación, para tener un libre comercio con el mundo y no estar a disposición de los caprichos de la Casa Rosada o de Planalto, por fin Paraguay podía exportar “alimentos para el mundo” como se leía en el anverso de la moneda de diez guaraníes, sin embargo, cuando esa noche ví el rostro de mi padre –en ese entonces, un cincuentón iraní que había viajado mucho y había venido a parar a nuestra nación- con un semblante sombrío, mi curiosidad natural de niño me inclinó hacia él y le pregunté: Papá, ¿Qué es el Mercosur?, a lo que el respondió: “Hijo, el Mercosur es un espejito que le quieren vender a Paraguay, no le conviene a tu país.”
                Con lo poco que podía entender a los cinco años de edad algo así, rápido lo olvidé, sin embargo, hoy vino a mi mente este recuerdo, más vigente que nunca. Más de veinte años después de la firma de este tratado, hemos retrocedido en vez de avanzar, se han cerrado fabricas y se han roto sueños, se han privilegiado solo unos pocos y el resto ha padecido despojos y hambre.
                No le conviene a tu país, ahora lo entiendo, el Mercosur como unión aduanera fue un acuerdo nefasto, pues permitió que dos economías muy grandes y mucho más industrializadas que la nuestra, las de Argentina y Brasil, puedan hacer un librecambio beneficioso, pero Paraguay, fundamentalmente productor de comodities , con una producción manufacturera meramente testimonial y casi extinta, solo nos dedicamos a criar vacas y plantar soja, por decirlo de un modo vulgar; multinacionales del sector establecieron en nuestra república sus centros de operaciones, la ARP se erigió como el gremio más importante del país, junto con los productores sojeros (no veo nada malo en esto), y el Estado, el bendito Estado, se empecinó en seguir al pie de la letra las recomendaciones de política neoliberal pregonadas a viva voz por el FMI en los noventa.
                El mismo organismo recomendaba a los países menos desarrollados a dejar que la oferta y la demanda controlen toda la economía, hablaban de cero intervención estatal, privatizaciones, integración en bloques de libre comercio y la tan repetida frase “desregulación”, etcétera, había todo un léxico para las prácticas neoliberales. Una que siempre recuerdo es que se demonizaba la práctica económica de defensa de los productos del país y la llamaban “proteccionismo”.

sábado, 16 de junio de 2012

EL DÍA DESPUÉS DE CURUGUATY


EL DÍA DESPUÉS DE CURUGUATY

Todos nos hemos hecho eco en mayor o menor medida de los tristes y lamentables acontecimientos de la zona de Curuguaty el día de ayer, a todos nos incumbe y nos afecta el hecho en sí y las repercusiones del mismo más que probablemente tendrán efecto de forma casi segura en el futuro de nuestra Patria.
El acontecimiento en sí es sumamente indignante, una indignación más a nuestras conciencias, es una gota más al vaso que hace tiempo se llenó, y ahora se colma y derrama a borbotones. El trato mediático que se dio de los sucesos es aún más lamentable y reprochable: en ningún canal de televisión que haya visto, ningúna emisora de tv, ningún periódico o medio impreso y tampoco ningún portal de noticias de internet se escucha versión alguna de los “campesinos”, y los llamo “campesinos” entre comillas, por que más que labriegos u hombres de campo parecían soldados o mercenarios, a modo de muyahidines de una causa, que me interesa de sobremanera conocer, se entregaron en una oscura escaramuza en la mañana de ayer con toda la rabia, el miedo, la furia, el dolor y la tristeza que imagino puede sentir alguien que experimenta su bautismo de fuego.
Un sabio dijo “aquellos que anhelan la guerra es porque no la han experimentado ”, esto nos abre varias interrogantes: ¿qué es lo que realmente quería este grupo de personas?¿realmente son campesinos sin tierra?¿por qué abrieron fuego inmediatamente sin mediar palabras?, en esta última pregunta: ¿realmente no hubo mediación?. Es deber nuestro cuestionarnos, y no engullir todo el material que nos presentan como si fuera la verdad indiscutida, es nuestro deber profundizar y averiguar con avivado interés que es lo que realmente ocurrió el viernes por la mañana.
Resulta asimismo, controversial el hecho de que a todas luces, y sin mediar presunción de inocencia, el grupo supuestamente ocupante de tierras privadas del grupo empresarial de la familia Riquelme, de los cuales, una vez más, tenemos serias dudas de su origen moralmente correcto, hayan sido acusados de asesinos, paramilitares, de miembros de una guerrilla, y muchos otros motes que la prensa local e incluso internacional se encargó de propagar.
El móvil del enfrentamiento, señores, no es otro más que la miseria y la pobreza y la postración que sufren nuestros compatriotas, tanto del campo como de la ciudad. Muchos culparon al Presidente Lugo, muchos culparon al Ministro del Interior Fillizola, muchos trataron de capitalizar los acontecimientos para salir airosos de situaciones que días atrás los tenían en la mira de todo el país.
No es nada nuevo que haya gente sin hogar, sin rancho, sin un pedazo de tierra para su sostén: recordemos que más del 90% de las tierras cultivables y/o explotables en nuestro país, así como el 90% de la riqueza y el capital del mismo se encuentran en manos de una minoría mezquina y oligarca que constituye menos del 10% de la población. La inmensa mayoría en Paraguay no es dueña ni de sí misma, no tienen casa, ni autos, ni comida ni ropas ni atención médica, aunque algunos si vivan bajo un techo, o vayan al dentista, o incluso manejen un auto japonés usado NO SON DUEÑOS DE NADA, solo son eternos deudores, víctimas de un sistema concebido para el progreso y la libertad individual de los seres humanos, que hoy ha sido
pervertido hasta el tuétano. El incidente Curuguaty es solo el vómito de un Paraguay que viene soportando años de indigestión de tanta desigualdad.
Los que creen que esto es nuevo, lamento decirles que deben revisar sus puntos de vista, no señores, esto no empezó con Stroessner o con Wasmosy como algunos piensan, ni mucho menos con Duarte Frutos o Lugo, esto viene desde que el Centauro de Ybycuí tomó la decisión de vender la mayor parte de las tierras estatales paraguayas a empresas inglesas, allá en las postrimerías del siglo XIX, cuando aún se sentía el aroma putrefacto de los caídos en la Guerra de la Triple Alianza.
Un hecho no menos bochornoso es el modo en como apoteósicamente se presentó a las fuerzas policiales como grandes héroes sin igual que luchan por la paz y la justicia en el Paraguay, cuando apenas quince días atrás eran todos hijos de Satán, inescrupulosos y codiciosos coimeros, delincuentes de uniforme que competían sin igual hasta con el más burdo ladrón de gallinas. Por favor señores, no seamos falsos profetas, no nos rasgemos las vestiduras cuan José Caifás indignado; seamos crudamente honestos con nosotros mismos, el pueblo en general, tanto los ocupantes de las tierras curuguateñas como las fuerzas policiales intervinientes son manipulados groseramente por quienes ven afectados sus intereses.
Lo paradójico del caso es también como días atrás el gran villano eran los diputados, y ahora nuevamente pasan desapercibidos entre el resto del país, como si fuera que ellos, con sus acciones, matan más gente que 100 CURUGUATÍES. Ellos son los verdaderos delincuentes que para mantener un estilo de vida pomposo y derrochador obligan a la población a verse forzada a recurrir a la delincuencia para evitar morir por inanición, ellos son los que son esclavos del dinero y son perritos falderos de los grandes dueños, amos y señores que se sirven hasta de estos pseudo-legisladores.
Piensen, lean, instrúyanse, comenten, toleren, escuchen. Curuguaty es solo la punta del iceberg de la situación de un país atrasado en general, por tener una economía agraria, un modelo de colonia, que lo único que genera es más población pobre que calidad de vida, no seamos ciegos, de una vez por todas, no dejemos que nos digan que pensar, seamos nosotros mismos quienes construyamos nuestro Paraguay pujante y avanzado, como dijo John F. Kennedy: “No preguntes que puede hacer tu país por ti, pregúntate que puedes hacer tú por tu país”.
Gasam Toutounchi Ruiz

viernes, 4 de mayo de 2012


LA MEJOR REMESA

Por todos es conocido el fenómeno de emigración masiva desde Latinoamérica hacia Europa y los EE.UU. en las últimas dos décadas y que cada año que transcurre parece manifestarse con mayor fuerza, a excepción de los años en que las últimas crisis económicas globales afectaron a las economías de estos países.
Básicamente, los llamados países del primer mundo experimentaron a lo largo de todo el siglo XX un aumento progresivo de la calidad de vida de sus habitantes, reducción de la pobreza, expansión del alcance de la salud pública y por ende: control de natalidad, reducción paulatina de la tasa de nacimientos, aumento en la expectativa de vida y como efecto de esto último: una población más envejecida y numerosa.
Una población caracterizada por ser más vieja, se caracterizará por necesidades bien específicas, como por ejemplo necesitar más enfermeras y profesionales de la salud que en otros países, como los nuestros en Latinoamérica.
El hecho notable es que la necesidad económica, la falta de oportunidades de empleo y el deseo –inherente a toda persona humana en sus cabales- de mejorar sus condiciones de vida; obligó –y probablemente lo seguirá haciendo- a cientos de miles de compatriotas a dejar su tierra natal y aventurarse al otro lado del “gran charco” hacia España por ejemplo, donde van solamente a trabajar en puestos en los cuales no se requiere una formación académica muy especializada o conocimientos superiores a la educación media, como oficios y empleos no muy técnicos o profesionales, generalmente; sin las mínimas garantías laborales, bajas remuneraciones, y totalmente desprotegidos, ya sea por las leyes del país a donde migraron, así como de las ineficientes embajadas de sus países de origen.
Con una historia migratoria de casi dos décadas de forma generalizada y masiva en Paraguay, el problema del atraso, la falta de objetivos claros como nación, inestabilidad política, corrupción, permisividad en los estudios, desde el jardín de infantes hasta el postgrado, etcétera, no se han solucionado y lo peor es que ni hay visos de solución en un futuro cercano.
Ahora, podría existir una forma de “doblar” la migración y enfocarla más hacia nuestros objetivos como país, sin descuidar nuestros intereses económicos personales –que no tienen nada de malo- , una forma importante sería aprender los buenos usos y costumbres, por ejemplo de la sociedad norteamericana; aprender es la palabra clave: aprender, aprender y aprender.
Es esencial, por ejemplo, que los profesionales técnicos (ya sean estos empíricos o con formación académica) de todas las artes, oficios, ciencias y técnicas que decidan emigrar y emprender alguna actividad económica tras nuestras fronteras, comprendan, aprendan y comuniquen sus conocimientos e ideas adquiridas en el extranjero a sus pares en nuestro país, en un proceso en el cual podremos ir generando internamente nuevas opciones de empleo y sostenibilidad y hacer de una buena vez por todas que valga la pena para el país los viajes que realizan nuestros compatriotas para obtener el sustento diario.
El dinero es un factor sumamente importante, pero ni de lejos es el principal; solo ocupa un lugar más sin ningún destaque entre los factores de la producción. Por eso, compatriotas que están en el extranjero trabajando para ayudar a nuestro país, si tienen la oportunidad, capacítense, estudien y transmitan no solo el dinero que con tanto sacrificio ganan, sino también lo que aprendan.
Y si vuelven a Paraguay, apliquen lo mejor que aprendieron y mejórenlo, todas las cosas productivas y buenas debemos usarlas en beneficio de nuestro país, y por antonomasia de nuestros hijos.
No gasten, inviertan. No trabajen, produzcan. No compren autos importados de Chile, celulares chinos cada seis meses o textiles asiáticos de baja calidad. Consuman con moderación y de preferencia productos locales, inviertan en la formación académica de sus hijos, creen sus negocios, empresas y servicios.
La mejor remesa no es aquella que llega por Western Union, la mejor remesa, repito, es aquella que se transmite de padres a hijos, nietos, sobrinos, amigos, colegas