miércoles, 12 de junio de 2013

El Pecado de ser marxista

                 Décadas atrás, la sola mención de las palabras “prohibidas”: “marxismo”, “leninismo”, “socialismo” o “comunismo”, tenían una connotación bastante grave y hasta de apostasía de todo lo que era considerado como cánones de la “moral y buenas costumbres”.

                Hoy, veinticuatro años después de la estrepitosa caída del ya prolongado, decadente y putrefacto régimen del General Alfredo Stroessner todavía se sienten en nuestra sociedad reminiscencias de aquellos tiempos oscuros para las libertades del hombre. Actualmente en cualquier periódico local, radioemisora o canal de televisión se pueden ver duras críticas hacia todo lo que venga de un sector izquierdista de la sociedad.
                 Hoy en día, se ha acuñado el término de “zurdo” a todo aquel simpatizante de ideologías no tradicionales y conservadoras. Es cierto, el bipartidismo en nuestro país, con la A.N.R. y el P.L.R.A. a la cabeza no han podido en todo el siglo pasado llevar a cabo un progreso sostenido a la altura de nuestros recursos materiales y nuestros brillantes cerebros connacionales.

               Aun así, el paradigma se mantiene, monolítico, pétreo e imperecedero cual pirámide egipcia a pesar de los embates del tiempo.

                Es natural que un sector, que es el conservador, siembre los más alocados mitos y mentiras para desacreditar la eficacia de un eventual cambio de régimen en Paraguay y en Latinoamérica.

                Cuando tenía cinco años pregunté a mi madre: -Mamá: ¿Qué es un comunista?- Ella me miró horrorizada ante tamaña insolencia a tan tierna edad (era por aquel entonces 1989 ó 1990, últimos días del régimen del General Stroessner) y me respondió que un comunista era alguien a quien no le importaba la vida humana y que eran capaces de robarte hasta a tus hijos.

               Mi madre, una mujer humilde, había crecido creyendo todas estas mentiras. Hoy las mentiras han cambiado, pero no han dejado de ser virulentos ataques bien dirigidos por quienes ven peligrar sus intereses en un futuro mundo donde se reforme al capitalismo y se establezca la abolición del neo-liberalismo.

               Amigos, camaradas… Ser marxista, ser socialista, ser comunista, ser ZURDO no es motivo alguno de exclusión social o persecución, de ostracismo o rechazo, mucho menos de burla o siquiera discriminación. Ser de izquierdas es un orgullo, pues somos el pilar que resiste el aplastante aparato de las oligarquías explotadoras y antihumanas.

                 Debemos estar orgullosos de nuestra posición ideológica y por sobre todo no caer en provocaciones minúsculas y pusilánimes. Adelante compañeros.

¡Hasta la victoria!

Gasam Toutounchi Ruiz