¿QUÉ GANAMOS CON EL MERCOSUR?
Cuando
era un niño pequeño, allá por inicios de la década de los años noventa, una
noche mirábamos en familia el telediario mientras tomábamos nuestra
acostumbrada cena; en eso recuerdo que apareció en la pantalla del televisor
las imágenes de unos viejos conocidos que tantas promesas nos hicieron y tan
poco cumplieron: Lacalle Herrera, Menem, Rodríguez y Cardoso, abajo se leía un
subtitulo indicando la firma del Tratado de Asunción y con esto el inicio del
Mercado Común del Sur.
Recuerdo
que entre los productores era algo tan anhelado, era dejar para siempre atrás
las barreras y obstáculos que tuvimos en toda nuestra historia, ya desde épocas
de la colonia, como nación, para tener un libre comercio con el mundo y no estar
a disposición de los caprichos de la Casa Rosada o de Planalto, por fin
Paraguay podía exportar “alimentos para el mundo” como se leía en el anverso de
la moneda de diez guaraníes, sin embargo, cuando esa noche ví el rostro de mi
padre –en ese entonces, un cincuentón iraní que había viajado mucho y había
venido a parar a nuestra nación- con un semblante sombrío, mi curiosidad
natural de niño me inclinó hacia él y le pregunté: Papá, ¿Qué es el Mercosur?,
a lo que el respondió: “Hijo, el Mercosur es un espejito que le quieren vender
a Paraguay, no le conviene a tu país.”
Con lo
poco que podía entender a los cinco años de edad algo así, rápido lo olvidé,
sin embargo, hoy vino a mi mente este recuerdo, más vigente que nunca. Más de
veinte años después de la firma de este tratado, hemos retrocedido en vez de
avanzar, se han cerrado fabricas y se han roto sueños, se han privilegiado solo
unos pocos y el resto ha padecido despojos y hambre.
No le
conviene a tu país, ahora lo entiendo, el Mercosur como unión aduanera fue un
acuerdo nefasto, pues permitió que dos economías muy grandes y mucho más
industrializadas que la nuestra, las de Argentina y Brasil, puedan hacer un
librecambio beneficioso, pero Paraguay, fundamentalmente productor de comodities , con una producción
manufacturera meramente testimonial y casi extinta, solo nos dedicamos a criar
vacas y plantar soja, por decirlo de un modo vulgar; multinacionales del sector
establecieron en nuestra república sus centros de operaciones, la ARP se erigió
como el gremio más importante del país, junto con los productores sojeros (no
veo nada malo en esto), y el Estado, el bendito Estado, se empecinó en seguir
al pie de la letra las recomendaciones de política neoliberal pregonadas a viva
voz por el FMI en los noventa.
El
mismo organismo recomendaba a los países menos desarrollados a dejar que la
oferta y la demanda controlen toda la economía, hablaban de cero intervención
estatal, privatizaciones, integración en bloques de libre comercio y la tan
repetida frase “desregulación”, etcétera, había todo un léxico para las
prácticas neoliberales. Una que siempre recuerdo es que se demonizaba la
práctica económica de defensa de los productos del país y la llamaban
“proteccionismo”.
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